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La sociedad "post-industrial" en la que convivimos, es una dónde "la información es el recurso clave de la economía, de las organizaciones, del mundo cultural y de la política. Nuevas empresas se crean, otras desaparecen, y muchas otras se refunden para crear otras nuevas empresas capaces de afrontar los retos que impone la nueva sociedad de la información".
Esto lo mencionaba en 1997 el autor Luis Joyanes en su obra, Cibersociedad. Los retos sociales ante un nuevo mundo digital.
Parecía que lo escrito por el autor en aquella década era "algo exacerbado" y solo digno de un gran optimista por las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), incluso en parte el autor se auto proclama como tal.
A pesar de todo, muchas de sus predicciones las vemos ahora mismo plasmadas en un entorno donde predomina la enseñanza de las carreras "tecnocráticas", dónde es más importante especializarse en cierta técnica que manejar un conocimiento integral de la sociedad (filosófico, biológico, cultural e histórico) en parte por el avance vertiginoso de las aplicaciones tecnológicas en casi todos los ámbitos cotidianos.
Lo mismo sucede con las hipótesis y "teorías" sobre nuestra existencia claramente influenciadas por el clima de época. Últimamente se ha filtrado la idea de que el universo y, principalmente nuestra realidad, no es más que la simulación de una "super computadora cuántica extraterrestre", algo así como lo expuesto en la famosa película The Matrix.
Sin embargo, no son buenas noticias para los que defienden dicho enfoque, ya que una publicación en la revista Science Advance, aborda el estudio de dos físicos teóricos de la Universidad de Oxford en el Reino Unido, los cuales, establecen un hallazgo por medio de anomalías gravitacionales y complexión computacional dónde se cataloga que - definitivamente - a través de sistemas computacionales clásicos, no es posible llevar a cabo con eficiencia una simulación de nuestro mundo.
Los científicos Zohar Ringel y Dmitry Kovrizhi mencionan que simular un fenómeno de partículas cuánticas dónde se involucran los metales es algo casi utópico. Esto, gracias a un método denominado "Monte Carlo" el cual permite detectar anomalías en el espacio-tiempo. Gracias a la aplicación de esta técnica se hizo posible descubrir que tratar de simular un evento de esa magnitud, implicaría la simulación de un número inaudito de partículas sub-atómicas.
Cada vez que se agrega una partícula, se necesitaría el doble de potencia de cálculo para duplicar la misma, lo cuál es una tarea imposible teniendo en cuenta la suma de partículas que nos conforman (incluyendo el entorno) desde lo más microscópico hasta lo más descomunal.
Para los más escépticos, el par de colegas pusieron el ejemplo de que el solo hecho de duplicar unos cientos de electrones, requeriría de una memoria de computadora con una cantidad de átomos superior a los existentes en el universo conocido.
Al cierre, los investigadores mencionan que nunca trataron de responder el hecho de la simulación como tal, sino estudiar la data (código, información) que involucraría replicar una partícula, ya que sus estudios se basan en las leyes de la física. No lo que se puede especular esta fuera de tales leyes.
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